Ingredientes:

• 1 taza de hojas frescas de moringa (o 3 cucharadas de hojas secas)
• 2 tazas de agua
• 1 taza de miel natural (opcional: panela o azúcar morena sin refinar)
• 1 cucharada de jugo de limón (opcional)
• 1 trocito pequeño de jengibre rallado (opcional, para potenciar propiedades antiinflamatorias)
  Preparación:

Hervir las hojas:
Coloca las hojas de moringa (frescas o secas) en una olla con las 2 tazas de agua. Lleva a ebullición y deja hervir a fuego bajo durante 10 minutos.

Colar la infusión:
Filtra el líquido usando un colador fino para retirar los restos de hoja.

Agregar la miel:
Con el líquido aún caliente (pero no hirviendo), añade la miel y revuelve hasta que se disuelva completamente. Esto también ayuda a conservar el jarabe de forma natural.

Añadir limón y jengibre (opcional):
Puedes agregar el jugo de limón y el jengibre rallado para potenciar el sabor y los beneficios digestivos.
Envasar:
Deja enfriar y guarda el jarabe en una botella de vidrio con tapa hermética. Conservar en la nevera hasta por 7–10 días.

Dosis sugerida (adultos):
1 cucharada en ayunas o antes de las comidas principales.
Niños: 1 cucharadita al día (consultar pediatra si hay dudas).

¿Para qué sirve el jarabe de moringa?

Protección hepática:
Ayuda a depurar el hígado y reducir la inflamación gracias a sus compuestos antioxidantes como la quercetina y el ácido clorogénico.

Refuerzo del sistema inmunológico:
Aporta vitamina C, hierro, calcio y clorofila, que fortalecen las defensas naturales del cuerpo.

Regulación del metabolismo:
Puede ayudar en casos de hígado graso, fatiga crónica o metabolismo lento.

Acción digestiva y antiinflamatoria:
El jengibre y el limón (opcional) apoyan la digestión y reducen la acidez estomacal, mientras la moringa calma la inflamación.

Alternativa natural a jarabes sintéticos:
Ideal para personas que prefieren remedios naturales frente a jarabes químicos.